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Tras
la creación de Arda , Eru decidió poblar la Tierra Media
con sus Hijos. Eligió a los elfos como los Primeros Nacidos y contó
a los Valar su plan.
A su vez, ellos comenzaron
a preparar el mundo en los largos años anteriores a la Llegada.
Pero Aulé, Herrero
de los Valar, se impacientaba. Deseaba que los Hijos de Eru despertaran
para poder enseñarles sus conocimientos y obras, y lentamente, esa
pasión iba consumiendo sus pensamientos. Finalmente, Aulé
no pudo aguantar más, y creó unos Hijos propios. Talló
los Siete Padres de los ENANOS a partir de
la tierra y la piedra y los moldeó hasta darles la forma que Eru
había descrito vagamente y los enanos nacieron como son ahora: bajos
y robustos, fuertes e incansables, fieros y orgullosos. Pero no puede engañarse
al Unico y Aulé no pudo ocultar durante mucho tiempo sus creaciones.
En el momento en que los Padres Enanos despertaban y Aulé comenzaba
a darles el don de la lengua, Eru habló a Aulé y le recordó
que los valar no podían crear. Todas las cosas que crea un Valar
son parte del ser de ese Valar, y no pueden pensar o actuar fuera de los
pensamientos de su hacedor: por ello, los enanos estaban atados a Aulé.
El Herrero nunca había deseado ese señorío, y no deseaba
molestar a Eru, por lo que reconoció su locura y se arrepintió.
Como parte de su arrepentimiento. Aulé se dispuso a destruir sus
propias creaciones, pero Eru aceptó a los enanos en la forma en
que fueron construidos, al igual que sus propios Hijos. El Único
les dio una vida y una voluntad. y después sumió a los Siete
Padres en un profundo sueño en las estancias donde habían
nacido. Aunque los elfos llegaron más tarde, siguieron siendo los
Primeros Nacidos.
Al morir, los difuntos descansan
en piedra, ya sea en una cripta o bajo un túmulo. Jamás son
enterrados bajo otra substancia que no sea la piedra. |